En Cruïlles, te espera el monasterio benedictino de Sant Miquel y dos torres que destacan sobre el perfil del pueblo: la torre románica del antiguo castillo y el campanario de Santa Eulàlia. En Monells, aparca el coche y pasea por sus calles, que te llevarán a la plaza porticada de Jaume I.
Casi ningún viajero pasa por alto la capital del Alt Empordà, una ciudad activa y moderna que, además de su famoso Teatro-Museo Dalí, tiene otros puntos de interés para quienes quieran pasar más de unas horas, como por ejemplo el castillo de Sant Ferran o el Museo del Juguete.
Pero indiscutiblemente, Figueres es la cita imprescindible para los estudiosos y admiradores de Salvador Dalí. Aquí está su museo
Garriguella, también presidido por una iglesia de los sigos XVIII y XIX, Santa Eulàlia de Noves, pero que en este caso conserva los restos de un antiguo templo prerrománico del siglo XI. En los alrededores los viñedos comienzan a dominar el paisaje, entre algunos pinares y encinares que aún se conservan. Siguiendo la pequeña carretera de Vilamaniscle, se llega al santuario de la Mare de Deu del Camp, que acoge el Centro de reproducción de tortugas de l’Albera (www.tortugues.cat), dedicado a la cría en cautividad de la tortuga mediterránea, en peligro de extinción.
Monells es desde hace unos pocos años “el pueblo de Ocho apellidos catalanes” (la película). Pero desde hace muchos años más, Monells es el pueblo al que se llega por caminos rurales apartados de las rutas más transitadas. Monells es pequeño (muy pequeño) pero increíblemente armónico, fotogénico y encantador en sus calles y plaza rodeada de edificaciones medievales.
El Empordà es famoso por sus vinos y Peralada es el mejor lugar para catarlos. De origen íbero, con una gran riqueza monumental, está dominada por el castillo-palacio de los Rocaberí, más conocido como Castell de Peralada, donde se celebra cada año el famoso festival de música. El castillo era en origen un edificio rectangular gótico y renacentista con un patio central al que, a finales del siglo XIX, el arquitecto parisino Grant le dio un aire de chateau francés. De propiedad privada (en su interior hay un casino), solo pueden visitarse sus exuberantes jardines.
La villa, declarada conjunto histórico-artístico y bien cultural de interés nacional (BCIN), es uno de los núcleos más importantes de Catalunya en cuanto a arquitectura medieval. De un extraordinario atractivo y belleza, conserva su antiguo aspecto feudal, con calles estrechas y tortuosas, con numerosos entrantes y salientes. El recorrido por el pueblo permite descubrir diferentes puntos de vista del castillo-palacio y las murallas y un conjunto de arquitectura popular.
Púbol - la Pera, de visita obligada si os gusta el arte y especialmente sois seguidores de Salvador Dalí. Aquí encontraréis uno de los puntos del la ruta del Triángulo Daliniano: el castillo que Dalí regaló a Gala, que se puede visitar a diario - con o sin visita guiada. Tras la visita al Castillo de Púbol, podéis dar un paseo por el pueblo de la Pera, diminuto y encantador.
El monasterio benedictino de San Pedro de Roda se halla en el término municipal del Puerto de la Selva ). Construido en la falda de la montaña de Verdera por debajo de las ruinas del castillo de San Salvador de Verdera que le había dado protección, con una vista excepcional sobre la bahía de Llansá y del Puerto de la Selva, al norte del Cabo de Creus. Cerca del monasterio están las ruinas del poblado medieval de la Santa Cruz de Roda, del que solo queda en pie su iglesia de estilo prerrománico dedicada a santa Elena.
Vulpellac es un pueblo pequeño pero encantador, situado en las afueras de la Bisbal. Se construyó dentro de una muralla y alrededor de un castillo gótico-renacentista que hoy en día es de propiedad privada y no se puede visitar. Pero vale la pena un paseo por el casco antiguo del pueblo, bien conservado y todavía secreto para la mayoría de turistas que visitan esta zona de la Costa Brava.
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